El mantenimiento de la bicicleta es uno de los puntos más importantes para lograr un buen rendimiento de toda la mecánica y darle una vida útil más extendida.
En esta guía te queremos contar en simples pasos cómo cuidar tu bici a través de consejos elaborados por profesionales del Service Center de Goldenbike:
Lavá la bicicleta
Si bien es cierto que no es necesario limpiar la bici después de cada salida, sí es buena idea hacerlo una vez al mes si es que le das un uso regular sino podés hacerlo cuando notas que empieza acumular polvo o la cadena y cambios traseros tienen grasa y tierra.
Antes de lavar la bicicleta, sacale toda la suciedad exterior con un paño seco, sobre todo hacelo en las partes de los frenos y engranajes, usá un cepillo fuerte porque en estas partes tiende a haber más suciedad que en el resto de la bicicleta.
Después de hacer la limpieza en seco, es el momento de enjuagarla con agua, en el caso de hacerlo a presión (hidrolavadora o manguera), tené la precaución de tomar algo de distancia para cuidar las zonas del pedales, ejes de las ruedas y suspensiones, ya que podrías provocar que el agua se introduzca en puntos en los que no debería existir humedad.
Lo más recomendable es limpiarla con un paño con agua tibia y detergente para no salpicar y así evitar que los componentes de la bicicleta se deterioren mucho más rápido.
El enjuagado comenzálo por las ruedas de la bicicleta. Con ayuda de un cepillo dirígete por todos sus dibujos de la cubierta hasta que estén totalmente cubiertas de espuma. Seguí por la cadena y por último con un paño o esponja sumergida en agua, limpia el resto de la bicicleta. No uses el cepillo para estas partes porque podés rayar la bicicleta o dañar la pintura.
Es importante que no dejes tu bicicleta húmeda después de lavarla ya que el agua puede hacer que los engranajes y la cadena se oxiden, mejor después de enjuagarla, con uno o varios paños limpios anda secándola lo más que puedas o usa un secador de pelo para los recovecos más complicados.
Limpiá y lubricá la cadena
La cadena es una de las partes donde la limpieza tiene un papel primordial para que nuestra bicicleta tenga un buen rendimiento. Para limpiarla es importante utilizar un desengrasante de calidad y un cepillo con unas cerdas duras. Pero primero te recomiendo con un pedazo de diario o un trapo viejo quitar el excedente de grasa y polvo. La limpieza debe ser en seco para evitar la corrosión y oxidación.
Limpiar y lubricar permanentemente el tren de transmisión (cadena, platos, tensores y descarrilador) te va asegurar un cambio en el andar, será más suave y te hará sentir más cómodo.
Una buena señal para saber que tu bici necesita limpiarse en el área de transmisión es porque vas a sentir ruidos fuertes o chillidos. Esto se debe al roce del metal, la mugre y el barro.
La lubricación es la encargada de que todo el sistema de tracción se mueva con fluidez, por lo que realizar esto periódicamente es una excelente manera de alargar la vida útil de la cadena y los piñones.
Tené en cuenta que la frecuencia con la que tenes que limpiar la cadena, cambios y plato depende de cómo, dónde y cuándo andas en bici. Si lo haces con mucha frecuencia lo ideal es que sea mínimo una vez por mes y en el caso de hacerlo por terrenos con bastante tierra y agua hacelo cada 15 días.
Las cadenas son las piezas que se ven más afectadas cuando las bicicletas son usadas, porque son las que hacen el esfuerzo del movimiento y son las que reciben agua de los terrenos, así como residuos de tierra y demás.
A la hora de lubricar la cadena es importante hacerlo con un buen aceite, no con grasa. La gran diferencia es que el aceite de buena calidad no deteriora la transmisión, mientras que la grasa crea una capa pegajosa/viscosa que resulta abrasiva.
Uno de los errores principales cuando se hace el mantenimiento de la cadena es no limpiarla correctamente y aplicar sobre la suciedad nuevamente lubricante o poner aceite en partes donde no es necesario y esto hace que la cadena atrape suciedad en exceso.
Es importante que tengas en cuenta que el lubricante va sólo en las partes de fricción, una vez colocado tiene que penetrar en los rodillos y asentarse por unos minutos antes de salir a rodar.
Se recomienda que después de ser lubricada y salir andar en bicicleta se le dé otra pasada con el trapo para limpiar el exceso de aceite.
Chequeá la presión de las ruedas
Es muy importante que las ruedas estén en buenas condiciones. Salir a pedalear con una presión demasiado alta va hacer que apenas sientas la amortiguación y te hará un tanto incómodo el paseo.
Pero a su vez, una presión demasiado baja puede hacer que te canses más al pedalear, y hay posibilidad de que la rueda quede más expuesta a sufrir pinchaduras, ya que aumenta el área de contacto de la superficie de rodamiento y es más fácil que objetos filosos se incrusten en el caucho. Además, si se rueda una cubirta a una presión demasiado baja se reduce su vida útil, ya que se dañan los costados.
Un consejo importante es que consideres que la rueda trasera debe tener más presión, debido a que soporta más peso que la delantera. La presión indicada está señalada en los costados de las cubiertas (este dato lo encontrás bajo las iniciales “PSI”), ahí aparece la presión máxima y mínima.
Lo ideal es que puedas chequear la presión de las ruedas al menos una vez cada dos semanas. También es recomendable llevar en la bici, un inflador de mano por cualquier emergencia o sino comprar uno de pie y tenerlo en tu casa. Si querés ser más cauteloso se venden manómetros para bicicletas para chequear la presión exacta de las ruedas.
Revisá los frenos
Antes de salir a pedalear o cuando estás haciendo el mantenimiento de tu bici es importante que chequees el funcionamiento correcto de los frenos. Algunos tips para hacerlo son los siguientes:
– Probarlos tirando y sosteniendo las palancas para ver si frenan bien.
– Chequear que las pastillas no se hayan desgastado hasta la línea límite indicada en el caucho.
– Fijarse que las pastillas de freno toquen correctamente el disco: primero la parte delantera de la pastilla, luego completa.
– Los discos deben estar limpios para evitar la contaminación y la disminución del rendimiento de frenado. Lo ideal sería utilizar un limpiador de frenos para lograr buenos resultados.
Ajustá las tuercas y pernos
Las piezas de la bicicleta están unidas por docenas de tornillos y tuercas.
Mantener una bicicleta ajustada es crucial, ya que las tuercas y tornillos flojos o mal apretados pueden provocar un desgaste grave o reducir el rendimiento.
La forma más fácil de mantener intactas las piezas de la bicicleta es hacer una revisión semanal rápida. Podés hacer rebotar ligeramente la bicicleta en el suelo y estar atento a las tuercas y tornillos sueltos.
Al apretar tuercas y pernos, asegúrese de consultar con el manual del fabricante las especificaciones de torque correctas. Un ajuste insuficiente puede provocar ruidos chirriantes, mientras que un ajuste excesivo puede generar daños físicos.
Al dominar estos cuidados para tu bicicleta y practicarlos con frecuencia vas a obtener como resultado viajes más agradables y, sobre todo una mayor vida para todos los componentes.
Mejorá el estado de los cambios
Una posible causa de que tus cambios se sientan duros puede ser fricción extra en los cables de freno. En algunas bicicletas, especialmente de ruta, los cables de freno de los desviadores corren por debajo del cuadro y pasan por unos canales justo debajo del eje de centro.
Esta área recoge bastante polvo y tierra del camino y, generalmente pasa inadvertida por no estar visible. Esta acumulación de suciedad aumenta la fricción haciendo que los cambios se sientan duros o que no respondan de manera adecuada.
Cuando lubriques la cadena ponele unas cuantas gotas de aceite en los canales para mantenerlos limpios, bien aceitados y que se deslicen sin dificultad.
Si querés sumar más cuidados para tu bicicleta, te recomiendo leer la nota sobre “¿Cuándo hacerle el service a la bici?”